domingo, 4 de diciembre de 2016

Miserere de Juan Francés de Iribarren

Los pasados días 29 de noviembre y 1 de diciembre de 2016 dirigí a la orquesta barroca del Real Conservatorio de Música de Madrid, junto con solistas vocales de la Escuela Superior de Canto de Madrid, dirigidos por los profesores Miguel Bernal Menéndez y Héctor Guerrero, sendos conciertos donde entre otras obras se interpretaba un Miserere de 1736 de Juan Francés de Iribarren (1699-1767), compositor Navarro que fue maestro de capilla de la catedral de Málaga. Disponemos de la música, todavía inédita, gracias a la amabilidad del musicólogo Luis Naranjo, profesor de la Universidad de Málaga. Quiero aquí compartir un análisis de la manera en que se ha ilustrado el texto.


A finales del periodo barroco, ya instalado en el rococó, Iribarren hace una descripción musical del texto del salmo 51 todavía teñida de las convenciones del barroco. En mi opinión, el interés de la propuesta musical de Iribarren es el logro de una unidad a la obra. En efecto, la sucesión de movimientos no es simplemente funcional, con una mera referencia al afecto del texto, sino que recoge el espíritu más profundo del texto bíblico.  

 Por otro lado, la música combina algunas pautas bastante tradicionales con otras más “modernas”. Entre las primeras encontramos la “ligadura en apariencia en séptima, cuando otra voz carga en la sexta”. Se trata de una postura vigente hacia finales del siglo XVII, descrita por Nassarre y Lorente años antes (cfr. Miguel Bernal Ripoll, Procedimientos constructivos en la música para órgano de Joan Cabanilles, Madrid, UAM ediciones, 2004, pág. 310 ss.), ya empleada por Scheidemann, Sweelinck y Correa, y empleada todavía por Cabanilles (ver pasacalles de primer tono, c. 16) Lorente p. 515
P. Nassarre, Escuela Musica, Zaragoza,  vol. II p. 401
A. Lorente, El porqué de la música, Alcalá de Henares, Nicolás de Xamares, 1672, p. 515
Esta misma postura es empleada por Iribarren al final del Miserere y del Tunc imponent. Entre los movimientos más modernos están el Redde mihi con el ritmo casi “Haydniano” o las armonías de séptima disminuida del Quoniam.

Pero lo que me interesa compartir en este apunte es la construcción de la unidad de todo el salmo. Éste es un texto que se atribuye al rey David, que había cometido un gran pecado enviando a una muerte segura en la guerra a uno de sus generales para quedarse con su mujer Betsabé, de quien se había enamorado. Reprobado por el profeta Natán, y consciente de la barbaridad que había cometido, entona este cántico no sólo de sincera imploración de perdón, sino de petición de reconstrucción de su alma, dañada por su comportamiento. La necesidad y deseo de tener un alma pura parece aquí por encima del temor a un castigo. Se ha puesto música polifónico-concertante sólo a los versos impares, el resto se debe reconstruir con canto llano (en nuestra versión se efectuaron simples recitados sobre una nota, al modo de las lecciones). Podríamos distinguir tres partes:
  • Los tres primeros fragmentos polifónicos: nos introducen en la conciencia del pecado cometido. El Miserere (“Apiádate de mi”) se eleva como una imploración desde lo más profundo, que se convierte en tensión en el Amplius (“Lávame a fondo de mi culpa”) que adquiere el máximo dramatismo en el Tibi soli (“contra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos cometí. Por que aparezca tu justicia cuando hablas y tu victoria cuando juzgas”).
  • Con el Ecce enim (“Mas tú amas la verdad en lo íntimo del ser, y en lo secreto me enseñas la sabiduría”) hay un punto de inflexión en el discurso, hacia el reconocimiento de la misericordia de Dios, sucediéndose cuatro movimientos más amables. En Auditi meo (“Devuélveme el son del gozo y la alegría”) la orquesta estalla en alegría con un monumental alla breve (“que hasta mis huesos se alegren…”). El mismo ambiente amable continua en Cor mundum crea (“Crea en mi un corazón puro”) y en Redde mihi (“Devuélveme la alegría”).
  • Tras estas reflexiones vendría la última parte de la obra, el salmista confiando en la misericordia de Dios puede ya elevar su grito al cielo en Liberame (“Líberame del delito de la sangre…”). Aquí hay uno de los efectos más conseguidos desde el punto de vista retórico. Acompañados solo por el continuo, el primer coro eleva su grito al cielo, respondiendo en eco el segundo coro (¡la plegaria ha llegado hasta el cielo!). En Quoniam (“Si hubieras querido un sacrificio…”) vuelve la expresión dramática. Al final, en Benigne fac (“Se bondadoso, en tu buena voluntad con Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén”) no queda nada, todo ha sido borrado. Sólo queda la bondad de Dios, reflejado en el cuarteto vocal solo, con los pizzicati de la cuerda: las murallas de Jerusalen se van reconstruyendo piedrecita a piedrecita, se trata de uno de los más bellos efectos de la pieza, que sorprende al oyente a punto de acabar. Una vez reconstruido el templo —lo que simboliza la reconstrucción del ser humano— en Tunc imponent podremos “ofrecer un novillo sobre el altar”. Se trata a mi juicio no tanto de una de las más bellas ilustraciones musicales de un texto, sino una auténtica hermenéutica del mismo. Esperamos con nuestra interpretación haber contribuido a la recuperación del patrimonio musical de nuestro país.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Sinopsis de la Cantata 100 de Johann Sebastian Bach

para ver esta infografía en detalle hacer click aquí

El carácter de los versos para órgano en la práctica del Alternatim

Una de las funciones litúrgicas del órgano era la de tocar versos alternativamente con el canto litúrgico de ordinario de la Misa, salmos del Oficio, cánticos, himnos, incluso Secuencias o Te Deum, etc.
Esta práctica, llamada Alternatim, consistía en que de los versos del texto litúrgico sólo se cantaban los pares o impares, siendo sustituidos los otros por una breve intervención del órgano. Todos conocemos las colecciones de versos de este tipo que han dejado los antiguos compositores.

Respecto de colecciones de versos de otros países, especialmente en Francia en el s. XVIII, se puede constatar una relación entre el sentido texto que el verso sustituye y el carácter de la música, hay algunos autores que han especulado sobre esto (cfr. B. François-Sappey, artículos "Couperin", "Clérambault" y "Grigny" en Guide de la Musique d'Orgue, Paris, Fayard, 1991).

En las colecciones de versos en España se adivina difícilmente una relación con el texto, teniendo la música un aspecto más funcional. Por otro lado las fuentes, (especialmente las del s. XVII, casi todas manuscritas) recogen colecciones de versos que valdrían para un uso general, algunos con Canto Llano para cualquier estrofa del himno o incluso para cualquier Salmo del mismo tono. Incluso versos sin canto llano ni destino asignado, que valdrían para cualquier texto cantado con el mismo tono.

En España ya se había dicho en diversas ocasiones aquello de que la música se debe ajustar a la letra, pero respecto de la música vocal. Pero leo un texto recientemente publicado sobre unas oposiciones a organista en Toledo en 1765 que se le pide a los candidatos como uno de los ejercicios improvisar unos versos para un Magnificat, alternando con la Capilla. Y se le pide expresamente que dichos versos sean tocados "con el carácter de Música que sea análogo a los versos que la Capilla canta" (Carlos Martínez Gil, La oposición a organista principal de la Catedral de Toledo en 1765, Toledo, Cabildo Primado Catedral de Toledo, 2016, pág. 27). El texto aportado por Carlos Martínez Gil es de gran importancia porque constata ya de manera documental y expreso lo que hasta ahora era (en el caso de la música organística) sólo especulación o conclusión deductiva a partir del análisis de la música.

En conclusión, podemos constatar que, al menos en la música improvisada, el carácter de los versos organísticos alternativos para Magnificat (lo que se podría extrapolar a otros textos litúrgicos) se adecuaba al carácter de la letra. Al menos esto se espera del organista.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Necesidad de leer las fuentes históricas

Decía Ortega y Gasset que no se aprende una cosa que no se necesita. Quiero con esta entrada explicar porqué necesitamos leer las fuentes históricas, e interesar a los que conocen y aman la música antigua para que se acerquen a los antiguos libros sobre música, porque están cerca de aquello que buscamos: la Verdad de esa música.
Una Verdad que no hay que confundir con "recetas" ni con la ilusión de una "interpretación auténtica".

Mira esta presentación:


Si he conseguido interesar a los amantes de la música antigua ibérica, aquí encontraréis muchas de las fuentes originales (visitad también las páginas fuentes teóricas y fuentes musicales de este blog):

viernes, 28 de octubre de 2016

"Ayre" y "Ayrecillo" en las Glosas sobre el canto llano de la Inmaculada Concepción de Correa

Partitura:


La pieza se inscribe en un movimiento que tuvo gran fuerza en Sevilla a inicios del siglo XVII, en apoyo de la declaración del dogma de fe de la Inmaculada Concepción de la Virgen María (que hasta 1850 no se aceptó oficialmente). El tema es una poesía de Bernardo del Toro puesta en música por Miguel Cid.
Conviene tocar esta pieza junto con la pieza anterior “Canto llano de la Inmaculada concepción”, tradicionalmente se hace así.
La pieza está escrita para ser interpretada con registro partido (el canto llano es de registro entero).

Las glosas 1ª y 3ª tienen la indicación 2, que indicaría que se debe tocar sin “ayrecillo” (es decir, sin desigualdad rítmica de los valores) y la 2ª la indicación 3, que indica que debe interpretarse con desigualdad en la sesquiáltera (tresillos), el llamado “ayrecillo” que consiste en detenerse un poco en la primera de cada tres notas.
Así dice Correa en el prologuillo a esta pieza: "SIGVENSE TRES GLO / SAS SOBRE EL CANTO LLANO DE LA IM / maculada Concepcion de la Virgen Maria Señora nuestra La primera glosada de seys al compas, la segunda de nueue, la tercera de doze Compas ternario el primero de sexquialtera, el segundo de sexquinona, el tercero tambien de sexquialtera, con la aduertencia de los numeros, el que tuuiere nota de ternario que es vn tres, a de yr con el ayrecillo de proporcion menor, y el que tuuiere de binario, con el ayre de proporcion mayor, las figuras iguales. Van en forma de medio registro de tiple, y assi se podra echar el flautado a los contrabajos, y a los tiples la mixtura que mejor vista le fuere al organista." (subrayado mío)

Ayre igual
La cuestión es si deben interpretarse con estricta igualdad las mínimas en las glosas 1ª y 3ª, que es lo que parece decir textualmente Correa. Sin embargo, en esta música parece normal una ligera desigualdad o inegalité también en los valores binarios. En mi opinión la indicación de Correa debe entenderse con flexibilidad, en ningún caso de modo absolutamente estricto, y sí debería aplicarse al menos un poco de inegalité en las mínimas de glosas 1ª y 3ª. Aquí las  indicaciones 3 y 2 se refieren a esta desigualdad de Ayrecillo, pero también a que las figuras son divididas de manera binaria o ternaria, como se ve en los ejemplos que se han puesto (el dos indica que se ha acabado la sesquiáltera y las figuras son iguales).
Ayrecillo de sesquiáltera
El 2 no se referiría tanto a la igualdad de las mínimas, sino a que el ritmo ternario (de los tres semibreves por compás) se ejecuta sin detenerse más en uno que en otro. No en vano se trata del tiempo de Proporción Mayor. Es decir, no detenerse más en la primera que en las dos siguientes, o en las dos primeras que en las cuatro siguientes, si fuera a seis. Claro que en el prologuillo al tiento 16 ya había dicho Correa que en ese tiempo las mínimas son "de aire iguales", pero en mi opinión habría margen para una ligera desigualdad en los grupos de dos mínimas, al estilo del "tañer con buen ayre" de Santa María en su versión más suave.
Visitar la página "Tañer con buen ayre" de este mismo blog.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Práctica interpretativa de la música antigua

Cuando escuché por primera vez, siendo estudiante de piano, la música de Cabezón interpretada en un instrumento histórico, quedé tan impresionado que finalmente decidí redirigir mi carrera hacia ese instrumento. Interpretamos la música de épocas pasadas no con el afán de un coleccionista de cosas antiguas, sino porque su mensaje está vigente. Pero para aprovecharlo al máximo hay que recuperar una música que se dejó de tocar hace siglos, y cuya tradición interpretativa se ha perdido.

Recuperar esa tradición, para acercarnos a la Verdad de la obra, es la tarea del intérprete especializado en la música antigua. Y para ello necesita reconstruir esa tradición con los textos y las fuentes que nos dejan saber algo de cómo se interpretaba la música. En definitiva, se trata de encontrar la relación entre la grafía musical y la realidad sonora.

Esta página quiere ser una ayuda para los interesados en dicho repertorio, recogiendo fuentes para la resolución de los tradicionales problemas de interpretación: métrica, rítmica, modificación de los valores (inegalité), toque, digitaciones, ornamentación, alteraciones ("semitonía subintelecta"), registración, etc.
En mi opinión, un estudio serio de esta práctica interpretativa de la música antigua (que desde hace ya tiempo se ha convertido en una disciplina: performance practice, Ausführunspraxis) se debe fundamentar en tres pilares: 1º) el estudio de la música a la luz de la teoría de la época, evitando paradigmas posteriores, y de las fuentes históricas que arrojen alguna luz sobre la interpretación (fuentes de todo tipo: históricas, teóricas, musicales, iconográficas, organológicas). 2º) la relación entre la música de tecla y la música vocal, que está siempre en la base de la música de este periodo. 3º) la experimentación sonora real.
N.B. Mis ideas sobre la aproximación a la práctica interpretativa con criterios históricos está desarrollada en el artículo "Praxis Interpretativa", Revista de Musicología, XXXII, 2 (2009), 705-710, ISSN 0210-1459, que se puede descargar en el enlace siguiente:
 https://miguelbernalripoll.files.wordpress.com/2015/09/praxis-interpretativa.pdf